¡Ala! Casi un mes entero en mute y tal como dije iba a estar ocupada. Dicho y hecho la ocupación del tiempo, antes perdido por mis vicios y ociosidades, fue una exageración mayúscula. ¿Por qué? Porque creo que cuando a veces me comprometo a cumplir ciertas cosas, tengo complejo de pulpo y para colmo 'se aprovechan de mi nobleza' pulpil.
Y es que así sucede casi siempre en el Perú. Alguien propone ideas que pueden ser creativas, ingeniosas y factibles para que se lleven a cabo con la ayuda de todos. Todos dan su aprobación con el mayor respaldo, pero a la hora, cuando se trata de ponerlo en práctica, todos -incluso el ingenioso creador de la idea- se echa para atrás alegando que no tiene tiempo. En muchos casos también pasa que el creador y propulsor de la novedad es el único que resulta abogar por su idea que cinco segundos antes la mayoría avalaba. Y si la defiende es porque es un soñador empedernido e ingenuo y tiene un poco de complejo de todopoderoso y omnipotente.
¡Qué vaina! O sea, como quién dice...el único ocioso que se rasca la barriga es el que tomará la batuta para inciar el cambio, la idea novedosa. Algo así sentí que me pasaba este mes tan absorbente. Si bien no tenía ninguna obligación con nadie, más sólo conmigo misma y mi conciencia, me chupé prácticamente todo yo sóla con la buena ayuda, intermitente e insuficiente, de algunos pasantes que de pena me ayudaron con detalles.
Como sea, las cosas no salieron, obviamente, tal como lo esperaba. Falta de apoyo (moral y económico), negatividad e intransigencia fueron los principales obstáculos para la maratón que significó la organización de todas estas actividades.
Fácil algún lector que sintió que ayudó me crea mezquina, pero para ser franca así sentí y procuro no ser hipócrita con lo siento o pienso. Al que le cae el guante, que se lo chante.
Y es que así sucede casi siempre en el Perú. Alguien propone ideas que pueden ser creativas, ingeniosas y factibles para que se lleven a cabo con la ayuda de todos. Todos dan su aprobación con el mayor respaldo, pero a la hora, cuando se trata de ponerlo en práctica, todos -incluso el ingenioso creador de la idea- se echa para atrás alegando que no tiene tiempo. En muchos casos también pasa que el creador y propulsor de la novedad es el único que resulta abogar por su idea que cinco segundos antes la mayoría avalaba. Y si la defiende es porque es un soñador empedernido e ingenuo y tiene un poco de complejo de todopoderoso y omnipotente.
¡Qué vaina! O sea, como quién dice...el único ocioso que se rasca la barriga es el que tomará la batuta para inciar el cambio, la idea novedosa. Algo así sentí que me pasaba este mes tan absorbente. Si bien no tenía ninguna obligación con nadie, más sólo conmigo misma y mi conciencia, me chupé prácticamente todo yo sóla con la buena ayuda, intermitente e insuficiente, de algunos pasantes que de pena me ayudaron con detalles.
Como sea, las cosas no salieron, obviamente, tal como lo esperaba. Falta de apoyo (moral y económico), negatividad e intransigencia fueron los principales obstáculos para la maratón que significó la organización de todas estas actividades.
Fácil algún lector que sintió que ayudó me crea mezquina, pero para ser franca así sentí y procuro no ser hipócrita con lo siento o pienso. Al que le cae el guante, que se lo chante.
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