03 septiembre 2009

Trying to get physical

(Luego de un cambio en el fondo rosa...)

Me desnudo como de costumbre antes de entrar a la ducha, mientras dejo que el agua vaya calentándose. Veo con desconfianza la balanza blanca y decido arriesgarme a subirme a ella para darle una cifra a mi descuido.

Antes de ello, me miro al espejo y veo mi la flacidez de mi abdomen. Es desagradable a mis ojos (y probablemente a los de cualquier posible espectador). Hombros gordos, brazos gruesos, espalda grasienta. Definitivamente no siempre fui así. Tampoco digo que haya sido una Miss Fitness, pero nunca me sentí tan mal con mi apariencia y mucho menos, jamás le tuve tanto miedo a la balanza. Ella no mentiría y me diría el verdadero volumen de mis formas.

Un paso y sin mirar hacia abajo. Siento el movimiento de la váscula. Respiro hondo. Bajo la mirada y no estoy alucinando: 69.5 kg de vergüenza.

Si me conocen físicamente, no diría que vengo en tamaño familiar. Lo que haciendo cálculos nos lleva a casi 20 kg de sobrepeso en mi pequeña, pero redonda humanidad. Me sentí una Sherman Klump, mientras el vapor del agua invade el pequeño baño.

Horas de meditación y aceptación o más bien reflexión sobre cuál sería mi plan. ¿Dietas? ¿Pastillas? ¿Vomitivos? ¿Ayuno? ¿Anorexia? ¿Bulimia?...¿Ejercicios? Es lo que menos me da miedo, además de las dietas que nunca suelo cumplir ni completar...ni comenzar.

El problema mayor con ejercitarse es la iniciativa y las ganas de comenzar una rutina y sobre todo cumplirla con periodicidad. Con todo eso pensado y con la voluntad de reducir mis dimensiones, me vestí mientras sentía el clarear de la mañana.

Mp3, gorra, llaves. Abro la puerta, siento la garúa y no dejo que sea excusa. Estoy dispuesta a cumplir. Día 1, gratificante y sudorosito. Más rica sensación, imposible.

Ahora tomo una IncaKola.

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