Verano, summer, verao o été. Todos significan lo mismo, la estación más calurosa del año y eso significa un cambio de comportamientos en todos...o no sé, al menos así lo veo yo.
El calor aumenta, la ropa disminuye, más piel es expuesta, todos sudan. Muchos de vacaciones, aprovechan su tiempo para ponerse tan negros como pueden y así lucir el bronceado en las diminutas prendas que usan para evitar sudar tanto. Los hombres chelean para aplacar la sed y también ser aprovechan de esa desinhibición para poder gilear a la "flaquita" más rica de la playa o aquella que le haya llamado la atención en su defecto.
El hecho es que la mayoría comienza a emparejarse y ves de pronto todos los lugares poblados por las parejitas veraniegas y uno se comienza a preguntar si es el ambiente sudoroso y caliente el propicio para que los cuerpos se junten más y se apachurren y se besen y demás.
En mi escasa experiencia, no he estado emparejada en verano. Es más, mis relaciones en general se desarrollan en una época más bien deprimente y fría como el invierno. A mi no me deprime el invierno. Hasta diría que me gusta, pero me gusta el invierno de Lima. No es tan crudo ni hay nieve ni llueve a cántaros. Pero tiene ese aire helado que te rosa las pocas partes descubiertas cuando vas caminando por la calle. Esa sensación es rica. Dormir junto con un cuerpo para que te caliente...más rico aún. Aunque debo admitir que me es difícil dormir con alguien más en mi cama o cuarto incluso. Debo estar sumamente cansada para poder hacerlo.
Sin embargo, el verano es bonito. Playa y solcito. Solazo ahora con toda la contaminación, incluso insoportable. Valoro una chelita bien helada en medio de un día sofocante para tratar de calmar ese calor asqueroso. No sé que tan rico puede ser compartir una cama con alguien en estas noches calurosas. Una vez me pasó que no pude pegar un ojo en mucho tiempo. Lo veía a él durmiento y descansando plácidamente y yo no podía. Me moría de calor y estaba tan pegajosa que quería correr a ducharme. No sabía qué hacer. Si me movía bruscamente, lo despertaba de hecho. No me importó. Igual lo hice y fui al baño a ducharme. ¡Vaya alivio!
En fin, el verano trae sus cosas, incluso en una ciudad tan aburrida como Lima. Ahora que me mudo a Río tengo la expectativa y el presentimiento de que será un verano diferente y que es muy probable que no la pase sola. Cuento días para estar en las playas del Atlántico y ponerme 'neginha', pero antes a deshacerse de cierto flotadorcillo...igual ya sé nadar.}
Cántame esto de Los amigos invisibles (Playa Azul)
El calor aumenta, la ropa disminuye, más piel es expuesta, todos sudan. Muchos de vacaciones, aprovechan su tiempo para ponerse tan negros como pueden y así lucir el bronceado en las diminutas prendas que usan para evitar sudar tanto. Los hombres chelean para aplacar la sed y también ser aprovechan de esa desinhibición para poder gilear a la "flaquita" más rica de la playa o aquella que le haya llamado la atención en su defecto.
El hecho es que la mayoría comienza a emparejarse y ves de pronto todos los lugares poblados por las parejitas veraniegas y uno se comienza a preguntar si es el ambiente sudoroso y caliente el propicio para que los cuerpos se junten más y se apachurren y se besen y demás.
En mi escasa experiencia, no he estado emparejada en verano. Es más, mis relaciones en general se desarrollan en una época más bien deprimente y fría como el invierno. A mi no me deprime el invierno. Hasta diría que me gusta, pero me gusta el invierno de Lima. No es tan crudo ni hay nieve ni llueve a cántaros. Pero tiene ese aire helado que te rosa las pocas partes descubiertas cuando vas caminando por la calle. Esa sensación es rica. Dormir junto con un cuerpo para que te caliente...más rico aún. Aunque debo admitir que me es difícil dormir con alguien más en mi cama o cuarto incluso. Debo estar sumamente cansada para poder hacerlo.
Sin embargo, el verano es bonito. Playa y solcito. Solazo ahora con toda la contaminación, incluso insoportable. Valoro una chelita bien helada en medio de un día sofocante para tratar de calmar ese calor asqueroso. No sé que tan rico puede ser compartir una cama con alguien en estas noches calurosas. Una vez me pasó que no pude pegar un ojo en mucho tiempo. Lo veía a él durmiento y descansando plácidamente y yo no podía. Me moría de calor y estaba tan pegajosa que quería correr a ducharme. No sabía qué hacer. Si me movía bruscamente, lo despertaba de hecho. No me importó. Igual lo hice y fui al baño a ducharme. ¡Vaya alivio!
En fin, el verano trae sus cosas, incluso en una ciudad tan aburrida como Lima. Ahora que me mudo a Río tengo la expectativa y el presentimiento de que será un verano diferente y que es muy probable que no la pase sola. Cuento días para estar en las playas del Atlántico y ponerme 'neginha', pero antes a deshacerse de cierto flotadorcillo...igual ya sé nadar.}
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