15 diciembre 2008

Misión exploratoria: Yo, pez

El otro día surfeando por los diferentes rincones cibernéticos me topé con cierto portal que se dedicaba a describir las personalidades de cada signo zodiacal. Como curiosa que soy y algunas veces (muy seguidas tal vez) creyente de estas vainas decidí invertir buen tiempo en leer lo que decía de los pisces.

Comenzaba con generalidades sobre los nacidos bajo este signo. Cosas que ya había escuchado, otras que ya había leído y así. Pero a medida que continuaba con la lectura, descubría que de todo lo que decía era una gran verdad. Lo más curioso es que no me sentía descubierta, no. Sino más bien, sentía cierto placer en verme expuesta. ¿Será que me gusta que reconozcan los apectos de mi personalidad? No lo creo, tal como decía el texto: "no les gusta responder las preguntas directas con un sí o no rotundo y no porque haya una razón específica, sino porque así son", o algo así.

Decía también que los peces tenemos cierta sabiduría mística, que sus presentimientos deben de tomarse en cuenta. ¡Ja! Si confiara en mis presentimientos no hubiera vivido ciertas cosas de las cuales no me arrepiento, pero tal vez si me habría ahorrado ciertos "dolores" agudos. Tal vez ahora es buen tiempo para escucharme. Aunque también por ignorar tanto esos presentimientos ya no sé bien qué presiento ahora. Lo que siento sí es raro. En verdad, no. Es como que miedo de lo que va a venir. Ya no quiero pensar en ello. Es mejor así, vivir sin preocupaciones al menos hasta que haya necesidades de ellas, ¿no?

Me extrañó un poco eso que ponían cuando describían lo de las mujeres pez. "One hundred percent girl"...Ya me han visto, me conocen, hay que leer mis críticas sobre lo que yo califico como mujercitas. O sea, no soy machito, eso es más que seguro, pero tampoco soy ese ser casi neurótico, controlador, con el disfuerzo a flor de piel para llamar la atención. No ando toda girly: bien peinadita, ni con lo último de los catálogos de moda. Me gusta vestirme con mi falta de estilo que yo llama estilo. No me gusta peinarme pero trato de verme decente. Me maquillo cuando quiero hacerlo. Uso aretes cuando me acuerdo. En fin, podría seguir con mis conductas de no-niña y darle la contra a lo que dice ese site. Sin embargo, soy muy emocional, a veces (muy seguido incluso) la racionalidad se me escapa y soy un contenedor sentimental a punto de rebalsar, pero CREO que nunca llego a ser tan mujercita como las que critico.

Algo que sí me gustó mucho es leerme como pececito. Eso, según me comentan los mayores que me han criado o visto crecer lo han corroborado. Somos peques super-cool. Me acuerdo que mi abue me contaba de cuando yo esperaba a mi papi volver de trabajar en el consultorio. Decía que cuando yo tenía 3 ó 4 años no dormía hasta cuando papi llegara a casa. Lo esperaba lista para darle sus pantuflas y darle besitos por montón y estar con él hasta quedarme dormida viendo tele. ¡Qué imagen más tierna! digo yo. No puedo imaginar que algo así pase cuando yo tenga hijos (si es que los tengo). También me contaban que mi papá moría por mí (no es que no lo haga por mis hermanos, pero en esas épocas de las pantuflas yo era la única mujercita -en el buen sentido de la palabra-). Que él babeaba por mí y que yo con hacerle ojitos o sonrisita y a veces cierto berrinchito con su puchero más, podía conseguir lo que sea. Años después, comprobaría que cierto poder lo mantengo pero que por cabeza hueca he perdido ese toque. La vida nos ha enseñado. Eso es una Ley.

Una vez me preguntaron cuál era mi color favorito y no supe qué responder. Me puse a pensarlo y llegué a la conclusión de cual era. Tal vez coincidencia, tal vez no. Ridículo, un poco. El ser humano es el más ridiculo de todos los seres al final...Esas no son las flores que más me gustan, pero sí representan lo que tatuaré en mi espalda pronto.

Y así continuaban con las descripciones tan vagas y detalladas al mismo tiempo: lo del cumpleaños es tan cierto. Me acuerdo que para mi cumpleaños 16 tuve 3 llamadas telefónicas. Ninguno de mis tíos había llamado, mis amigas estaban de viaje y una de ellas se había olvidado de mi santo (como de costumbre), mi papá había estado trabajando todo el día y parecía un día común y corriente. Cuando eran las 10 de la noche reventé en llanto encerrada sola en mi cuarto sintiéndome la persona más miserable de la Tierra, por la que nadie da nada. Me sentí tan olvidada...a veces sigue siendo así cuando gente que me importa no se acuerda, así sepa que no recuerdan nunca...jode como mierda.

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