Melcocha

No me gusta estar tan como estoy.

Este blog y ese color que tiene creo que cala en mí y me hace estar tan así.

Suspenderé toda actualización relacionada a mis ríos metafísicos porque debo aprender a navegarlos por mí misma.

El vacío no se llenará y todo será más gris, pero debo sobrevivir si quiero cumplir con todo aquello que prometí.

Hasta nuevo aviso...(como si alguien me leyese).

Todos vuelven...

De pronto veo que esta cuestión de mi transición a la adultez me hace la persona más bipolar del planeta tierra. O al menos, es notable el cambio de humor en referencia con aquel de hace un mes en Rio de Janeiro, la tan llamada "Cidade Maravilhosa", donde se supone no hay tristezas ni lágrimas.

Lima, con su grisáceo cielo e inundante humedad, me trae de pronto alegría. Sin sol y con una garúa que jode cada mañana, me lleva a tener esa sonrisa natural de la que tanto a veces me hablan. No digo que esa sonrisa no se haya asomado estando en Río...es sólo que mi Lima, tan feía y con tanto defecto, tiene aquello que todavía no encuentro en lo que ahora es mi nuevo hogar: amor.

Todavía me es un lugar extraño y trato de conocerlo poco a poco. Creo que seis meses no son suficientes para conocer a fondo un lugar tan diferente a mi ciudad natal. Sin embargo, ese cambio de locación me ha traido ciertas cosas que agradezco desde ya: amores pasajeros, nuevas amistades, golpes transitorios, caídas y levantadas, y sé que sólo es el inicio...

Ahora que tengo a "Huey", espero que todo sea más llevadero. Odio haberme vuelto tan dependiente de la tecnología, pero supongo que es el único atajo que me lleva a esta casa en la que he crecido y vivido, donde mi familia pasa momentos juntos mientras pueden...los extrañé mucho y sé que los extrañaré más...

Mientras tanto, olvidar eso y ¡carpe diem!