02 abril 2010

La frialdad en medio del infierno

No sé si confesarme como una persona intuitiva porque siempre desconfío de mis instintos. Cuando termino revelando cosas que ya me incomodaron desde un tiempo atrás, termino cagándola toda. O porque simplemente lo hice muy tarde, o porque lo hago bajo los efectos de algún alucinógeno; lo que es peor porque no soy conciente del daño que termino haciendo.

La cago y cago como cualquier ser humano. Y es que el trauma consecuente de una historia incongruente entre ambas partes (por años!), no dejó más que pedazos de autoconfianza regados por toda mi desestructurada personalidad. Es como un rompecabezas de muchas piezas dentro de mí y hecho para mayores de 18 años. Qué porqué no me siento a armarlo? Pues es para evitar la fatiga de volverlo a armar cuando el próximo en línea decida hacer de toda yo un desorden nuevamente después de haber cumplido su hora de juego.

Ya sé, esa carencia de autoconfianza no me ayuda a mis relaciones interpersonales y también sé que ese es el motivo de yo haber andado actuando como un huracán hormonal que solo se deja llevar impulsivamente hasta comenzar a llorar inconsolablemente sin parar...y es que cuando uno piensa que todo anda sobre ruedas, alguien entra y "sacanea" todo y vuelta de nuevo a la era antes de la rueda. Cavernaria! Eso parezco.

...

Siempre "repudié" los actos melosos de cariño, sin embargo sé que si son conmigo acabaré cayendo -"falling because of them"-. También soy consciente de que los ridiculicé en una época y reconozco que era para hacerme la bacana, la no "rosa", la tough, la "impervious to bullet, mommy". Pero en el fondo siempre quise un prince charming, el famoso príncipe azul y en mi búsqueda hasta ahora no tengo más que sapos en mi (no tan basta) colección.

No, estoy siendo injusta. Ahora sé que ando con un príncipe que, si por casualidad, es azul es debido al frío que invade su buen corazón. Ese corazón que es cálido con las personas que no lo merecen, que hasta lo ignoran y lo olvidan y sólo lo buscan cuando lo necesitan...eso le gusta. Otra propiedad de este príncipe mío es que a pesar de los 40 grados en los que vivimos, son pocas las veces que llega a derretirse. Es como si su gélido corazón estuviera en un cooler el cual no puedo atravesar ni con el inmenso cariño que le tengo; sin embargo películas estúpidas sobre relaciones fortuitas le hacen derramar lágrimas...él dice que porque tiene un escudo ,que parece más una coraza, formada a lo largo de su no tan fácil vida. Lógico, qué príncipe no va a tener un escudo para defenderse de las ogras con el corazón quebrado en mil como yo? Y es que claro, cada vez que esta bruja decide amar una vez más hay que tener cuidado porque el peligro anda suelto.

Yo crecí pensando que el amor era algo que todos querían y que alguna vez iba a encontrar a alguien así de especial que no dudara tanto en decirme esas palabras que hasta ahora sueño...

Tiempo al tiempo, verdad? A esperar a Campanita, no? Igual ya sé que no soy la princesa de la historia y sé que es probable que mi final no sea tan feliz como todavía sueño.

Screw you, Walt Disney!