30 junio 2012

Mima

Junio llegó y mi Mami Isabel llegó también.

Mami Isabel es como le digo a mi abuela materna. Mi única abuela de hecho, pues nunca me presentaron a la otra y no tengo mucho interés en conocerla algún día ya que Mamisabel sobrepasa cualquier tag que uno quiera darle.

Muchos recuerdos de mi niñez y pre-adolescencia están vínculados a ella. Con seis años me enseñaba a ser una mini ama de casa (tal y como su mamá le habrá enseñado) y me enseñaba a cocinar, cocer, planchar y lavar. Ahora que vivo sola, no hago ni la mitad de eso. Igual, más que recordar qué aprendí, me acuerdo que me gustaba mucho estar con ella. Hacíamos pupiletras, crucigramas y me compraba esas muñecas de papel con sus vestidos. Pasaba mis tardes con ella o la acompañaba a la iglesia. No me gustaba mucho ir a misa, pero iba solo por estar junto a ella. Supongo que para agradarle más también.

Ya cuando tenía unos 11 ó 12 años, iba a su cuarto a ver la novela con ella. Hacía las tareas rápido para a las 8.30pm sentarme a ver la última parte del noticiero y luego seguir la novela. Gracioso: ahora odio ver novelas...critico incluso cómo las personas las siguen fervorosamente. El caso es que nunca fui tan pía en seguirlas, sino lo hacía más por estar con ella. Me enseñaba a tejer a palitos y a crochet. Todavía me acuerdo y cuando la veo tejiendo, le digo para yo también hacerlo. Continué yendo a misa, pero ya entrando a otros intereses de adolescente (comienzo de mis primeros desengaños y lágrimas por imberbes que solo querían jugar fútbol), sin querer queriendo me fui alejando de las faldas de mi Mima. Fue algo natural o parte del ciclo de la vida, si quieren llamarlo así.

Terminé el colegio y todavía pasaba tiempo con ella, pero el mundo de universitaria y las oportunidades que se presentaron, me trajeron hasta Rio y ya no tengo tanto contacto con Mamisabel porque no le tiene paciencia ni a la computadora, ni al skype, ni a la diferencia horaria.

Hasta que finalmente se decidió venir a verme y la pasamos genial. Me encantó hacerla feliz ese mes que vino, pero esas visitas me dejan siempre un sabor amargo cuando ya se van. Me dejan un vacío que durante las madrugadas de insomnio ajusta mi corazón y me hace ver cuán sola estoy.

Por lo menos, tengo el relief de saber que Mima me pudo ver ya una adulta responsable y conciente de lo que realmente es crecer. Yo creo que se sintió como que orgullosa y solo me queda la esperanza de que me dure muchos años más.