Así es, llegué. Y lo primero que hice fue acomodarme: Desocupar cajones y dejar entrar lo nuevo en ellos y deshacerme de las ropas que no van más conmigo. Luego, dedicarme a buscar mi música. Tarea titánica! Tanto así que casi casi ni lo comienzo a hacer (por mera flojera y también por el fuso horário que me tiene como lechuza).
Ya pensando en que tengo que seguir con mi vida, me topé con una pila de CDs sin etiqueta. Los pongo en el reproductor y...¡Oh maravilla! ¡Parte del cerebro de Will! (mi primera lap). La alegría de ver que alguna vez fui lo suficientemente inteligente para hacer un back up de mi música me animó tanto que pasé horas explorando las inúmeras carpetas llenas de tantas canciones que siempre me trajeron recuerdos.
Y es ahí donde comenzamos: Recuerdos.
Doy un suspiro y pongo play. Comienzo a escuchar mientras hago nada y me doy cuenta que he cambiado. Y comienzo a editar el playlist. Algunas son eternas y quedan ahí, otras están ya en la papelera, otras no son más favoritas y me aburre escucharlas y así sigue la secuencia por unas dos horas más. Y me voy diciendo a mí misma: "¡qué maravilla!", hasta que me parece todo muy conocido. Todo se repite. El shuffle o random se vuelven predecibles y me obliga a darle forward a todo lo que ya escuché y es que a nadie le gusta repetir tan seguido la misma cosa. Cansa, pues ¿no?
No me queda otra. Seguir editando y desechando todo aquello que no me llene de la forma que lo hacía antes.
Done!
